La situación del embarazo adolescente en el mundo no es del todo alentadora. Según la Organización Mundial de la Salud, anualmente 16 millones de adolescentes entre 15 y 19 años tienen un parto. De hecho, Latinoamérica y el Caribe, es la región con mayor fecundidad adolescente después de África Subsahariana, a nivel nacional por ejemplo, presentamos una de los porcentajes más altos (20%) con madres jóvenes: situación que preocupante porque muchas de ellas viven en situación de pobreza.
El embarazo en niñas y adolescentes constituye un problema de salud pública porque está relacionado con la continuación del ciclo de la pobreza y con la afectación en la salud física, mental y social en esta población. Es una trampa de pobreza que afecta también la consecución de los proyectos de vida de niños, niñas, adolescentes y jóvenes; y que necesita múltiples acciones desde diferentes escenarios que logren controlar riesgos y asegurar los derechos sexuales y reproductivos.
Además, los embarazos adolescentes tienen consecuencias negativas en las madres o recién nacidos, problemas como la anemia, desnutrición o enfermedades infecciosas pueden presentarse a nivel físico. A nivel mental se han documentado trastornos de ansiedad, de desarrollo de la personalidad, de conducta alimentaria o depresión. Incluso después del parto, los problemas mentales ya existentes pueden intensificarse debido a la adaptación que las adolescentes deben hacer en su nueva etapa de madre.
¿Qué se ha hecho?
Desde la última década los intentos institucionales por reducir el embarazo adolescente en Colombia, se han intensificado. Con el Conpes 147 de 2012, que estableció unos lineamientos para reducir el embarazo adolescente, y el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018, que obliga a las gobernaciones y alcaldías municipales a incorporar políticas de Derechos Sexuales y Reproductivos, vinculadas a la Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo Adolescente; se ha logrado poner ésta problemática en la agenda política de gobernantes, profesionales de la salud y sociedad civil.
En este sentido, los compromisos institucionales y políticos existen, pero también es fundamental reconocer la importancia de la promoción de los derechos sexuales y reproductivos. Como el embarazo durante la adolescencia se presenta en un contexto de inadecuada educación sexual, y es más frecuente en condiciones socioeconómicas bajas y de exclusión, es fundamental que tanto Estado como sociedad haga un esfuerzo por consolidar proyectos de vida accesibles y sostenibles que alejen a los jóvenes de la maternidad y paternidad, y contribuir así a la superación de las condiciones de pobreza.
Algunos datos relevantes del embarazo adolescente en Colombia:
La edad promedio de embarazo en niños, niñas, adolescentes y jóvenes es de 14 años.
Hay mayor riesgo de embarazo en mujeres adolescentes residentes de zonas rurales.
Las mujeres rurales son madres antes de los 18 años y tienen en promedio más hijos que sus pares urbanas.
El uso de métodos anticonceptivos en las áreas rurales, es menor que en las áreas urbanas.
El porcentaje de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es superior en las áreas urbanas.
Lo invitamos a conocer la segunda parte de este artículo en: El embarazo subsiguiente en adolescentes: un problema de Salud Pública Parte II
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