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¿Cómo es posible generar un modelo de salud participativo en áreas rurales dispersas?


Muy pocos saben que el concepto de las áreas rurales dispersas surgió en la Ley 691 de 2001 como un intento normativo para reglamentar la participación de los grupos étnicos indígenas en el Sistema General Social en Salud (SGSSS), y así generar espacios para crear modelos de salud coherentes con el desarrollo de las comunidades.


Sin embargo la ausencia de reglamentación de la Ley generó una crisis en algunos departamentos, como el Vaupés, y motivó a la creación (desde los pueblos) de una alternativa: el Sistema Indígena de Salud Propio e Intercultural (SISPI). Sinergias aportó al debate sobre la forma en que se afrontan en la actualidad los problemas de salud de la mayoría del país, y a partir de la experiencia en Vaupés de la década de los ochentas rescató aprendizajes y retos del SISPI.


Para la organización es fundamental reconocer que estas áreas son territorios de diversidad poblacional, cultural y ecológica que implican generar diálogos con los actores locales a la hora de implementar modelos de salud en el marco de la Ley 100 de 1993, que constituyó una contravía a procesos que venían integrados con un enfoque de etnodesarrollo en territorios como el Vaupés.


“Con la Ley 100 se fragmentaron los avances que se habían logrado en la década de los ochentas. En Vaupés por ejemplo, existía un Convenio Colombo-Holandés que reconocía la cosmovisión, el cuidado tradicional y las nociones propias de salud para la ejecución de las acciones en salud. Sin embargo, con la nueva ley los costos de los programas se convirtieron en un problema y los recursos disponibles no se han destinado a éste propósito”, afirma Pablo Montoya, director de Sinergias.


La propuesta construida desde Sinergias es un modelo de cuidado de salud que comprende los siguientes conceptos:


  • Cobertura: es el qué se cubre y el cómo se garantiza que esto se cubra. En el sistema suele hablarse de Planes de Beneficio, los cuales deberían se adecuados al cuidado biomédico y tradicional, así como debería ser integrado ante la dificultad y el costo que implica tener equipos separados.

  • Financiación: son los recursos para garantizar que se presten los elementos establecidos por la Cobertura. Para ello se sugiere sectorizar los territorios con el fin de remplazar la Unidad de Pago per Cápita por una Unidad de Pago por Territorio, que contemple la realidad de los costos de realizar las acciones.

  • Cuidado: son las formas en que se garantiza el cuidado de la salud de la población, lo que implica tener presente la Cobertura. Aquí es esencial la construcción de Normas, Guías y Protocolos de Salud Interculturales, con miras a lograr los elementos de aceptabilidad y calidad delimitados por el derecho.

  • Gestión: es la planeación, el monitoreo y la evaluación de la acción en salud. Se propone articular ésta a la realización misma de los componentes de salud de los Planes Integrales de Vida, insumo central para el ordenamiento de las Entidades Territoriales Indígenas.


Estos cuatro conceptos hacen parte de la propuesta que Sinergias hizo a partir de un estudio histórico de la experiencia acumulada localmente a partir de la revisión de documentos y entrevistas a personas que han estado vinculadas con el sector salud o a las autoridades tradicionales indígenas del departamento.


“Es un intento de simplificación, con miras a facilitar la discusión entre expertos y población de los grupos étnicos indígenas, en el marco del SISPI”, agrega Montoya.

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